En 1453 los turcos se habían hecho con el poder en Constantinopla , hecho que los impelió a intentar tener la hegemonía en el Mediterráneo.
Para frenar la amenaza turca en el Mare Nostrum, se constituyó la Santa Liga en mayo de 1571, donde se aliaron el papado bajo el pontificado de Pío V, Felipe II rey de España, y la ciudad de Venecia. El temor se justificaba ya que los turcos en 1569, se habían apoderado de Túnez y en 1570, habían tomado Chipre, posesión de Venecia, rompiendo el sultán Selim II, el tratado de paz con Venecia que siempre había respetado su antecesor, Seliman, avanzando inexorablemente, hasta apoderarse de Nicosia el 9 de septiembre.
El acuerdo de la alianza cristiana, incluía el financiamiento de los gastos de la empresa bélica, por parte de los aliados, correspondiéndole la mitad de las erogaciones a España. Los venezianos afrontarían un tercio, y la sexta parte estaría a cargo del pontificado. El botín de guerra se repartiría en esa misma proporción. Se establecía, además, la imposibilidad de hacer la paz por separado. Las acciones se dirigirían contra Turquía, incluyéndose sus posesiones en el norte africano, que le corresponderían a España.
Al mando fue colocado Don Juan de Austria, hermano del rey español Felipe II a bordo de “la Real”, secundado por Álvaro Bazán,y Gian Andrea Doria. Se formó una flota de 315 naves y un gran ejército, de aproximadamente 30.000 hombres, formado en su mayoría por españoles, que partió por el Mediterráneo, el día 15 de septiembre. Sebastián Veniero dirigía la flota veneziana, formada por 140 naves. Marco Antonio Colonna conducía la fuerza pontificia.
Por delante del resto de la flota iba Juan de Cardona, y ocho millas más atrás las fuerzas se dividían en cuatro cuerpos. El de la derecha, formado por 54 galeras era conducido por Juan Andrea Doria. Al centro, al mando de Juan de Austria se ubicaban 64 galeras. Las 53 galeras de la izquierda eran conducidas por Agustino Barbarigo. Las 30 galeras restantes, al mando de Álvaro de Bazán, tenían función de reserva.
Los turcos adoptarían una formación similar en cuatro cuerpos, pero en forma de media luna, siendo comandados cada uno de ellos, por Mahomet Siroco, Uluch Alí, Cara Kodja, y Murat Dragut.
Enterado Juan de Austria de la presencia de los turcos en Lepanto, reunió un consejo de guerra, que desaprobó el enfrentamiento, por ser superiores las fuerzas enemigas. Sin embargo, Juan de Austria consideró que una dilación podía acarrear peores consecuencias. Allí se suscitó un conflicto entre los venezianos y Juan de Austria, por el asesinato de un hombre de Juan de Austria a manos de los venezianos, que lo acusaban de herir a uno de sus hombres. Sin embargo, tras debatir sobre la responsabilidad de Veniero, acusado del hecho, decidieron combatir, y olvidar el incidente.
LA BATALLA
En el Golfo de Lepanto, cercano a las costas griegas, se produjo el enfrentamiento entre los turcos, que respondían al Sultán Selim II, quien puso la flota al mando de Alí Baja, a bordo de “La Sultana” y los cristianos, el 7 de octubre de 1571.
El ala derecha turca arremetió contra la izquierda cristiana, resultando muerto Barbarigo, cuando una flecha, arma preferida de los turcos, se le incrustó en el ojo, pero su nave no pudo ser apresada, por el auxilio prestado por el resto de las galeras aliadas.
La embarcación de Alí Baja, golpeó de frente a la de Juan de Austria, quien ayudado por el resto de su escuadra, rodearon y capturaron a “La Sultana” de Alí, luego de un sangriento combate cuerpo a cuerpo, donde también pereció Alí, que fue degollado.
Uluch Alí, desde la izquierda, consiguió asestar un duro golpe a la flota cristiana, destruyendo varias embarcaciones, pero su éxito fue solo temporal, ya que debió huir ante la resistencia de los aliados.
DESENLACE
Ese mismo día, se produjo la victoria de los aliados, debiendo lamentar los vencidos la muerte de 30.000 hombres, de un total de 90.000, y la pérdida de 230 naves. Solo 50 naves turcas lograron huir. Los cristianos perdieron aproximadamente 30 galeras y 8.000 hombres.
Al anochecer, y previéndose mal tiempo, los cristianos se retiraron victoriosos al puerto de Petala.
El 17 de octubre, la galera “El Ángel” entró en Venecia trayendo la noticia de la victoria, inundando de gozo a la cristiandad, que en su conmemoración, instituyó el día 7 de octubre como el día de Nuestra Señora del Rosario, en agradecimiento a la virgen a quien el Papa había solicitado protección.
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