domingo, 21 de octubre de 2012

Poitiers 732 dC





Tras la derrota visigoda en Guadalete en el 711, la Hispania Visigoda estaba fragmentada en una lucha interna por alcanzar el trono de Toledo, lo que favoreció la expansión de las tropas musulmanas de Tarik y la toma de la capital visigoda por este. Posteriormente nuevas fuerzas musulmanas cruzaron el estrecho de Gibraltar y se continuó con el expansionismo bereber por la Península Ibérica.


 Las fuerzas musulmanas también penetraron en la septimania Franca pero fueron derrotados en la batalla de "Tolosa" en el 721 por el duque de Aquitania, pero permanecieron en la zona estableciendo su capital en la actual ciudad de Narbona.

Las fuerzas bereberes continuaron realizando incursiones en el territorio aquitano de Eudes, que se encontraba también amenazado por el norte por las fuerzas francas de Carlos Martel. Por ello Eudes entregó a su hija en el 730 en matrimonio a ibn-Naissa "Muzuna" y la zona quedó pacificada. Este último se rebeló contra Al-Gafiki, valí de Al-Ándalus, pero fue derrotado y las tropas de Al-Ándalus continuaron hacia Burdeos. Eudes reunió un ejército para frenar a los nuevos invasores pero fue derrotado y la ciudad saqueada, cientos de habitantes fueron tomados como prisioneros y posteriormente ejecutados: las crónicas de la época comentan que el rio Garona se tiñó de rojo durante días.

Eudes entonces negoció un acuerdo con Carlos Martel al acceder a convertirse en vasallo de éste.
 Las fuerzas de Al-Gafiki tras abandonar Burdeos se dirigieron hacia el rio Loira y la ciudad de Tours, a la que pensaban dar el mismo tratamiento que a Burdeos.

 Estiraron en demasía sus líneas de suministros lo que aprovechó Carlos Martel para tenderles una trampa cerca de Poitiers, entre la confluencia de los ríos Clain y Vienne, con un ejército estimado (en la época) de unos 75.000 hombres y reducido actualmente a unos 30.000.


Carlos situó a su ejército en un lugar por dónde esperaba que pasara el ejército musulmán, en una posición defensiva. Es posible que su infantería conjuntada, armada con espadas, lanzas y escudos formaran una formación del tipo falange. Según las fuentes árabes, se dispusieron formando un gran cuadro. Ciertamente, dada la disparidad entre los dos ejércitos —los francos eran casi todos soldados de infantería en tanto que los musulmanes eran tropa de caballería, ocasionalmente con armadura— Carlos Martel desarrolló una batalla defensiva muy brillante. En un lugar y en un tiempo escogidos por él, disponía de una fuerza muy superior a la de sus adversarios, derrotándola.








Durante seis días, los dos ejércitos se vigilaron con sólo escaramuzas menores. Ninguno de los dos ejércitos quería atacar. Los francos estaban bien equipados para el frío y tenían la ventaja del terreno. Los árabes no estaban tan bien preparados para el frío, pero no querían atacar a un ejército franco superior en número. La batalla empezó el séptimo día, puesto que Al Gafiki no quería posponer la batalla indefinidamente.

Al Gafiki confió en la superioridad táctica de su caballería, y la hizo cargar repetidamente. Sin embargo, esta vez la fe de los musulmanes en su caballería, armada con sus lanzas largas y espadas, que les había dado la victoria en batallas anteriores, no estaba justificada. En una de las raras ocasiones en las qué la infantería medieval resistió cargas de caballería, los disciplinados soldados francos resistieron los asaltos, pese a que, según fuentes árabes, la caballería árabe conseguió romper el exterior del cuadro franco varias veces. Pero a pesar de esto, la fuerza franca, numéricamente superior, no se rompió.

Según una fuente franca, la batalla duró un día —según las fuentes árabes, dos. Cuando se extendió entre el ejército árabe el rumor de que la caballería franca amenazaba el botín que habían tomado en Burdeos, muchos de ellos volvieron a su campamento. Esto, al resto del ejército musulmán le pareció una retirada en toda regla, y pronto lo fue. Mientras intentaba frenar la retirada, Al Gafiki fue rodeado y finalmente muerto, y los musulmanes volvieron a su campamento.

Al día siguiente, cuando los musulmanes no volvieron a la batalla, los francos temieron una emboscada. Sólo tras un reconocimiento exhaustivo del campamento musulmán por parte de los soldados francos se descubrió que los musulmanes se habían retirado durante la noche.

El ejército árabe se retiró al sur, más allá de los Pirineos. Carlos se ganó su apodo Martel (martillo) en esta batalla. Continuaría expulsando los musulmanes de Francia en los siguientes años.

sábado, 20 de octubre de 2012

Cinoscefalos, 197 a.C






Esta batalla acaecida en Teselia  en el año 197 aC y en el marco de la Segunda Guerra Macedónica confirmó la supremacía de la legión romana frente a una ya obsoleta falange macedónica.

En los alrededores de la ciudad de Feras, ambos ejércitos se buscaban sin éxito. Los romanos habían iniciado su campaña reforzados por 6.000 infantes y 300 jinetes romanos y latinos, también habían llegado 200 jinetes numidas y 10 elefantes norteafricanos. Flaminio había traído consigo 3.000 veteranos de la guerra en África, hombres que con una experiencia inestimable suplirían con creces las bajas de las anteriores campañas. En total serian alrededor de 20.000 hombres a los que debemos sumar 6.000 de infantería etolia y 400 jinetes también etolios (según Tito Livio).
Filipo que hasta el momento había manejado tropa liviana (macedonios, aliados griegos, o mercenarios) debido al tipo de operaciones llevadas a cabo hasta el momento (mas del tipo de una “guerra de posiciones”) había llevado las de perder contra unos romanos mas aptos o mejor armados para este tipo de lucha. Nunca sus macedonios habían podido adoptar sus formaciones de falanges y habían tenido que padecer a unos durísimos romanos superiores en la lucha a corta distancia tanto en la tropa pesada como en la liviana.
Ahora el rey macedonio maniobraba sus aproximadamente 22.000 hombres para obligar al romano a entablar batalla en situación favorable para las Falanges Macedonicas. Lo complicado de la situación no había permitido a Filipo reclutar la suficiente cantidad de tropa liviana, de proyectil y de caballería, contando con la mitad de lo aconsejable. Aun así se sentía confiado.

Mientras la caballería "etolia" le da una nueva victoria a los romanos sobre las avanzadillas macedonias, Filipo decide moverse a Scotusa, para “para proveerse allí de alimentos”, según Polibio. El irregular territorio hizo que ambos ejércitos se perdieran de vista, buscándose durante dos días. Las fuentes abundan en detalles, y coinciden en que el tercer día amaneció brumoso, lo que aumento el desconcierto de ambos ejércitos.

“Al siguiente, al amanecer después de una noche húmeda y lluviosa, degenerando las nubes en niebla, ocupó toda la llanura una oscuridad profunda, y descendiendo de las alturas un aire espeso por entre los ejércitos, desde el punto de rayar el día ocultaba las posiciones.”  Plutarco "vidas paralelas - Tomo III. Tito Quincio Flaminio VIII.

Ambos contendientes deciden acampar, quiso la suerte que ambos lo hicieran cada uno a los lados de la colina de Cinoscefalos, a pocos kilómetros unos de los otros. Según Polibio, Filipo envió a ocupar la cumbre de la colina que lo separaba sin saberlo del romano, y Flaminio destaco “diez escuadras de caballería y mil hombres de infantería ligera, con orden de explorar y recorrer con cuidado la campiña”. Ambas fuerzas se encontraron mientras exploraban (Polibio dice que los romanos fueron emboscados) y trabaron lucha, enseguida de ambas partes partieron emisarios hacia sus generales. Los romanos al parecer salían mal parados de la situación y eran castigados con dureza. Entonces “Flaminio animó a marchar allá a Arquedamo y a Eupolemo, ambos etolios, y les dio dos tribunos con quinientos caballos y dos mil infantes” (Polibio) en apoyo de la fuerza exploradora lo que inclino la lucha para el lado romano. Flaminio entonces saca sus tropas y los ubica en formación de batalla con la intencion de sostener a los suyos.



Caballería teselia



Viendo el gran numero de tropa liviana que acumulaba el romano Filipo vio la ocasión de sacar buen provecho de tal situación y asestar un duro golpe a los romanos enviando al sitio fuerzas de apoyo.

“Pero entonces, informado de lo que sucedía por los que venían, y empezando ya a aclarar la niebla, llamó a Heráclidas de Girtonia, comandante de la caballería tesalia, a León, prefecto de la Macedonia, y a Atenágoras, que tenía bajo sus órdenes todos los soldados mercenarios, menos los traces, y los desatacó al socorro. Con este refuerzo, aumentadas en gran manera las fuerzas de los macedonios, dan sobre el enemigo y le vuelven a desalojar otra vez de las eminencias.”

Nuevamente son desalojados los romanos del sitio por lo que Filipo decide salir  entonces de su campamento y reuniendo tropa pesada se dirigió al lugar para profundizar lo que parecía una fácil victoria, tomando así el flanco derecho de su ejercito, mientras ordenaba a Nicanor despliegue el resto de la tropa en la cima de la colina en el flanco izquierdo.
La caballería etolia que lucho enconadamente impidió que los romanos fueran arrastrados hasta el valle, puesto que estos “en ese momento era lo mejor en Grecia, aunque en la infantería fueron inferiores a sus vecinos” (Tito Livio). Entonces el cónsul se dirigió a sus hombres con estas palabras:
"Compañeros, les dijo, ¿no son éstos aquellos macedonios que, bajo la conducción de Sulpicio, forzasteis a cuerpo descubierto en las gargantas de Eordea que tenían tomadas, desalojasteis de aquellos elevados puestos y de los cuales matasteis un gran número? ¿No son éstos aquellos mismos que, apostados en los desfiladeros del Epiro, lugar impenetrable en la opinión de todos, arrojó vuestro valor, hizo emprender la huida y tirar las armas, sin parar hasta meterse en la Macedonia? ¿Temeréis ahora a estos mismos, cuando vais a pelear con fuerzas iguales? ¡Qué! ¿Os hará más pusilámines... la memoria de lo pasado o por el contrario os inspirará más confianza? Ea, pues, compañeros, animaos los unos a los otros, y entrad en la acción con denuedo. Vivo en la confianza que el éxito de esta jornada corresponderá al de las anteriores, con la voluntad de los dioses."
Polibio de Megalópois. Historia Universal bajo la República romana tomo III, libro XVIII, capitulo I.

Dicho esto, ordenó al ala derecha que no se moviese del puesto, ni los elefantes que se hallaban delante; y él con la izquierda se dirigió arrogante al enemigo. En esta ala estaban los vélites que habían escaramuceado antes, viéndose ahora apoyados de las legiones, volvieron a atacar con fuerza al contrario rechazándolos nuevamente. Filipo, que avanzaba victorioso, encaraba la pendiente de la colina cuando, al contrario de lo que el mismo esperaba, se topa con sus unidades en retirada, y para peor, advierte la presencia de todo el ejército romano en perfecta formación de batalla, evidentemente las cosas no eran como pensaba.



La Batalla. Chocan los ejércitos





No había mucho tiempo para planteos sofisticados, ambos ejércitos estaban cara a cara. Mientras todavía sus tropas seguían saliendo del campamento y con su flanco aun evolucionando en el terreno, Filipo decide lanzarse sobre la izquierda romana que avanzaba. De alguna manera quería aprovechar la sorpresa por saberse mejor situado (pues tenia la pendiente del terreno a favor) además de contar con la acumulación de tropa liviana que se había producido allí, pero sobre todo evitar que el desconcierto de sus unidades que venían en derrota, se traslade al resto del ejercito. Ubicándolos a la derecha de la falange (los de acaballo y a pie), a esta le ordena doblar en profundidad, dejar en el suelo a las sarissas y, asaltar de frente la formación romana que se aproximaba mientras los auxiliares tomaban el flanco enemigo.




Flaminio retira a los velites del campo, emprende la subida de la colina y se viene a las manos. Entonces ocurrió el choque, las palabras dejan ahora su lugar a los hechos, el enfrentamiento que todo el mediterráneo esperaba, se lleva a cabo finalmente, Falange y Legión se encuentran cara a cara.

Pronto los hombres de Filipo le demostraron a su rey lo que valían, “desde lugares elevados lo más fuerte de sus tropas, de manera que aun los más esforzados de aquellos no podían sostener lo pesado de su apiñamiento y la violencia de la acometida” (Plutarco), empujaron terreno a bajo a unas legiones que poco podían hacer en tal situación frente a enemigo de tal calidad (creo tener argumentos para suponer que luego del choque inicial, los hombres de Filipo formaron falange utilizando sus sarisas) y superados también por los flancos, comenzaron entonces a ceder terreno, aunque no rompieron filas.


Filipo V de Macedonia

Pero en el otro flanco la situación para Filipo no podía ser peor. Allí, algunas de sus tropas todavía buscaban posiciones y otras recién salían del campamento todo esto sin apenas cobertura de caballería o tropa liviana. En cambio el flanco derecho romano, todavía esperaba su momento en perfecta formación de batalla. Inteligentemente, Flaminio se dirigió allí y encabezo un furibundo ataque al ala izquierda macedonia a la cual sorprendió en desorden y derroto sin dificultad. La victoria en ese flanco fue total para los romanos, que se ensañaron con los macedonios pasando a cuchillo unidad tras unidad. Como si fuera poco para los pobres macedonios, ya incapaces de oponer resistencia por su equipamiento pesado, los elefantes se lanzaban sobre ellos, sin siquiera atreverse a enfrentarlos huyeron perseguidos por los romanos.

Cuentan las fuentes que un romano (Tribuno, según Polibio) “que no tenía consigo más que veinte compañías (o manipulos)”, medito sobre lo que era mejor en aquel momento y tomando a sus hombres arremetió por la espalda al flanco derecho Macedonio que avanzaba victorioso: “Como en la formación de la falange no se puede hacer frente por detrás ni combatir de hombre a hombre, el tribuno carga sobre los primeros que encuentra, y los macedonios, sin facultad para defenderse, se ven precisadas a arrojar las armas y emprender la huida. A esto contribuyó asimismo el haberse vuelto contra ellos por el frente aquellos romanos que antes iban huyendo.” Polibio de Megalópolis. Historia Universal bajo la República romana. Tomo III, libro XVIII, capitulo I.

En este punto medito sobre el verdadero alcance de la victoria macedonica en ese sector del campo de batalla, esta muy claro  que empujaba barranca abajo a los romanos y que, de no ocurrir el desastre de su flanco izquierdo, muy probablemente hubiera alcanzado la victoria ese día. Sin embargo, hay que reconocer que pocas fuerzas de aquel entonces estaban en condiciones de recuperarse cuando iban siendo derrotados por la falange, lo mas común era que rompieran filas y se retiraran del campo, pero las legiones romanas de aquel día, si bien retrocedían, se mantuvieron firmes y pudieron aun presionar de frente a las falanges una vez se llevo a cabo la maniobra del Tribuno. Los macedonios no pudieron resistir este doble ataque, se detuvieron y comenzaron a flaquear.

Filipo entonces fue avisado de lo que ocurría en el otro flanco, su sorpresa fue evidente cuando al retirarse hasta una colina cercana para poder ver lo que ocurría, advirtió como las enseñas enemigas copaban todo el campo de batalla y que lo que el pensaba era una fácil victoria, tornaba en derrota aplastante. Tomo entonces la tropa que pudo y se retiro velozmente hacia Macedonia.

Flaminio persiguió cuanto pudo a los macedonios tomando cerca de 5.000 prisioneros, mientras que 8.000 macedonios encontraron la muerte ese día. Entro los romanos se contaron alrededor de 700 bajas según las fuentes.

La persecución se vio interrumpida por una disputa con los aliados etolios, que saquearon el campo macedonio privando a los romanos de un importante botín, situación que favoreció a Filipo para poder escapar. Filipo rápidamente capitulo pactando una rendición incondicional, que pudo evitar que Flaminio continuara la guerra. Sin embargo el verdadero motivo del abandono de la ofensiva romana se debió en gran medida a la repentina aparición en Jonia del ejército de Antioco III.

Macedonia así se salvo de su destrucción, aunque pensándolo bien, es probable que a Flaminio le interesaba mantener un referente claro en la siempre difícil Grecia, mas aun, si este ahora era aliado a Roma.
Esta alianza permitió a Filipo reconstruir a Macedonia, empobrecida luego de años de guerra (no solo con Roma, sino también la llevada acabo contra Egipto) dejando a su heredero, su hijo Perseo, un reino fuerte y preparado para un capitulo mas en su guerra contra Roma.