La segunda guerra púnica ( 218-202 aC ) se denomina en ocasiones, y con mucha razón, "la guerra de Aníbal". El deseo de Aníbal de vengar la derrota de Cartago en la primera guerra púnica ( 264-241 aC ) le inspiró a reunir un ejército en Hispania y conducirlo hasta Italia a través de los Alpes en una de las marchas más famosas de la Historia.
Esta invasión tenía un objetivo político además de militar. Aníbal esperaba que cuando su ejército pisara suelo italiano, los pueblos de Italia se alzarían contra Roma. Era una idea muy plausible, ya que los samnitas de Italia central habían sido conquistado s muy recientemente. Numerosas ciudades griegas del sur, como Nápoles o Tarento, no estaban contentas con el dominio romano, y los galos del norte de la península permanecían sin conquistar y hostiles.
Aunque los galos acudieron en masa a la llamada de Aníbal, el resto de Italia siguió sin estar convencido. Aníbal derrotó a los romanos en Trebbia en el año 218, y de nuevo en el lago Trasimeno en el 217, pero ningún general quería alzarse contra Roma.
Aníbal volvió a intentarlo en el 216, año en que se apoderó de las provisiones romanas en Cannas y posicionó a su ejército al otro lado de las líneas de abastecimiento romanas, desde donde se atrevió a desmontarlas. Aníbal consideró necesario recurrir a esta acción porque Fabio Máximo ( llamado "Cubctator", el que retrasa ) adoptó la táctica de acechar al ejército de Aníbal sin llegar a presentar batalla, pero sin retirarse y permitir a los cartagineses que hurgasen sin obstáculos.
Sin embargo, la política romana había cambiado y Aníbal no lo sabía. Roma decidió destruir al general cartaginés de una vez por todas y formó 16 legiones con auxiliares y caballería de apoyo, en total, 80000 soldados de infantería y 6000 de caballería.
Para aumentar todavía más los problemas de Aníbal, la legión romana era sin nunguna duda la mejor fuerza de lucha de la antigüedad. En aquella época, los legionarios luchaban ataviados con cota de malla y portaban escudos ovalados. Sus principales armas eran una lanza y la espada corta. Los legionarios luchaban en formación cerrada, hombro con hombro, y utilizando los gladius apuñalaban al enemigo por las axilas. La mayoría de sus oponentes luchaban con espadas más largas y necesitaban más espacio para clavarlas con eficacia.
Legionarios romanos del siglo III aC
El ejército de Aníbal era un conglomerado de nacionalidades. Contaba con lusitanos y celtíberos de Hispania, galos de los pasos alpinos, hombre de la península itálica, un núcleo de infantería libia y caballería númida. En todos los años que Aníbal estuvo en Italia, los diferentes componentes de su ejército mostraron una buena disciplina y se mantuvieron completamente bajo su control, lo que demuestra la calidad de Aníbal como líder militar. Únicamente unos soldados con absoluta fe en su comandante podrían haber llevado a cabo el plan del general cartaginés en Cannas.
Posiblemente Aníbal supuso que la formidable infantería romana se lanzaría directamente sobre su línea, y esperaba romperal.
Los informes del historiador Tito Livio sobre los desacuerdos entre cónsules romanos acerca de esta táctica probablemente tienen la intención de exculpar al cónsul patricio Emilio Paulo. El otro cónsul era el plebeyo Terencio Varrón. Normalmente cada cónsul romano lideraba su propio ejército, ya que el consulado constituía el cargo político y militar más alto de Roma. Sin embargo, este ejército romano era tan numeroso que participaron ambos cónsules y se turnaron en el mando.
La batalla
En Cannas, la mañana del 2 de agosto de 216 aC, Emilio Paulo lideró la caballería del flanco derecho romano, enfrentándose a la caballería pesada hispana y gala entre el río Aufidus y el flanco izquierdo de la infantería de Aníbal. En el otro flanco de Aníbal aguardaba la caballería númida al mando del comandante Maharbal.
Aníbal y su hermano Mago dirigieron el centro, donde recaería el golpe principal y donde se necesitaba la máxima precisión. Las tropas más fiables de Aníbal posiblemente las constituían los libios, que llevaban armaduras romanas ganadas en victorias anteriores y suponían una elección obvia para recibir el primer ataque de la infantería romana. Sin embargo, el general cartaginés situó a sus tropas galas e íberas en el centro, mientras que los libios formaron dos bloques sólidos a la derecha y a la izquierda, por detrás de la primera línea.
La batalla comenzó cuando la caballería pesada de Aníbal rompió la caballería romana de Paulo con una carga brutal. No obstante, es de suponer que no cogería por sorpresa a los romanos. La superioridad de Aníbal en cuanto a la caballería era de todos conocida desde una acción ocurrida en el río Ticino, cerca de Pavía, en 218, donde el comandante romano Publio Escipión resultó herido.
Así, mientras Terencio Varrón conducía a su caballería contra los jinetes númidas de Maharbal, Paulo abandonó a sus tropas vencidas y se reunió con el grueso del ejército en su choque con el frente cartaginés. Éste acusó el impacto y empezó a ceder terreno poco a poco. Así lo explica Polibio: " Paulo Emilio galopó hacia el centro de la formación romana, y al tiempo que él mismo combatía y golpeaba con sus manos al adversario, excitaba y estimulaba a los soldados que tenía a su alrededor. Y lo mismo hacía Aníbal".
Para Aníbal era crucial que su centro cediese terreno sin desintegrarse. En las batallas de la antigüedad, la mayoría de las bajas se producían cuando una línea de batalla se rompía: en ese caso, los que tenían más posibilidades de sobrevivir eran los primeros que huían corriendo, de manera que la moral y la disciplina eran esenciales para mantener la línea bajo presión mientras se retrocedía. Los galos y los íberos, a pesar de su fama de indisciplinados, hicieron exactamente lo que Aníbal les ordenó.
Detrás de los romanos, los acontecimientos no presagiaban nada bueno. La caballería pesada cartaginesa volvió a formar después de su persecución de los caballos romanos y recorrió la parte trasera de la línea de batalla para caer sobre la caballería de Varrón. Atacada desde los dos flancos, la caballería romana se desbocó y dejó a miles de jinetes cartagineses sin obstáculos detrás de la infantería romana.
No obstante los comandantes romanos todavía creían que la victoria era posible. El centro cartaginés se estaba doblegando. Las reservas romanas ocuparon el hueco y doblaron sus líneas en forma de "V". En el vértice de esa "V", los galos y los íberos aguardaban casi sin aliento. Sin embargo, a cada lado permanecía la infantería libia, y antes de que los romanos pudiesen reorganizarse, los libios cayeron sobre sus flancos. En aquel momento la caballería púnica ataco la parte posterior de la línea romana.
Fue una clásica maniobra de envolvimiento. Los romanos se vieron rodeados y obstaculizados debido a su propia superioridad numérica. La infantería experimentada debería haber conseguido luchar y salir de la trampa, pero muchos legionarios eran jóvenes recién reclutados que participaban en su primera batalla. A pesar de encontrarse en una situación desesperada, lucharon con obstinación. La matanza ( una carnicería más que una batalla según Tito Livio ), se prolongó durante toda la tarde.
Cuando terminó la batalla, la llanura de Cannas se convirtió en un osario para unos 60000 cadáveres, incluido el de Emilio Paulo. Los consejeros de Aníbal le instaron a marchar inmediatamente sobre Roma, pero el ejército estaba exhausto. Los cartagineses carecían de equipo para sitiar las murallas de Roma, y en cualquier caso, Aníbal esperaba que aquella aplastante derrota terminara por por obligar a Roma a llegar a un acuerdo. Además, Aníbal daba casi por sentado que los aliados italiano de Roma iban a abandonarla. A las objeciones de Aníbal, el exasperado Marhabal repuso que el general tenía un gran talento para ganar batallas pero que no sabía como utilizar la victoria.
Batalla de Zama.
Tenía razón. Roma no pidió la paz ni perdió muchas de sus alianzas, firmes como las calzadas que había construido. Roma se recuperó, y aunque Aníbal permaneció en Italia catorce años más, nuunca logró otra victoria como las de Cannas o Trasimeno. Finalmente fue llamado a África y cayó derrotado en la batalla de Zama en el año 202 aC. Cincuenta años más tarde, la venganza romana vio a Cartago derruida y cubierta de sal para evitar que los cimientos de la ciudad volvieran a alzarse de nuevo.
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