Guerrero vikingo.
Francia no se enfrentaba por vez primera a los soldados del norte, ya en 841 la ciudad de Rouan había sufrido un saqueo y en 843 habían saqueado Nantes, Burdeos y Saintes. Cuando los daneses pusieron sitio a la capital francesa, ésta se limitaba a la Île de la Cité, unida a tierra firme por los puentes de Pont-au-Change y el Petit-Pont. Los invasores tenían el Sena bloqueado y trataron de negociar el paso para dirigirse a Borgoña, obteniendo la negativa del monarca francés Carlos III. Ante la decisión del rey, los vikingos pusieron sitio a la ciudad durante dieciocho meses
Pont au Change en la actualidad.
El obispo Gozlin y el duque Eudes, hijo de Roberto el Fuerte, se encargaron de la defensa. Los vikingos lanzaron una primera ofensiva contra el Pont-au-Change pero fueron rechazados y decidieron establecer allí un campamento fortificado, cerca de la iglesia de Saint Germain-l´Auxerrois, en donde construyeron una torre de tres pisos sobre ruedas.
Miniatura de un guerrero carolingio.
La noche del seis de febrero del 886 una crecida del Sena se llevó parte del Petit-Pont, dejando la torre defensiva del puente aislada; los doce hombres de la guarnición resistieron el asalto vikingo durante todo un día , pero finalmente fueron superados. Mientras tanto la noticia del asedio de París se había extendido por todo el país y los invasores encontraron cada vez más núcleos de resistencia allá donde iban, sin embargo, la situación en la ciudad empeoraba por momentos: los víveres escaseaban al tiempo que las enfermedades causaban estragos. El conde Eudes consiguió abandonar la ciudad para pedir ayuda a Carlos III y al cabo de unos días llegaron los refuerzos de la mano del duque Heinrich, pero éstos fueron dispersados; finalmente , al cabo de unos meses las tropas de Carlos III “el Gordo” aparecieron en los altos de Montmartre y el monarca mandó emisarios para negociar con los jefes daneses. El asedio se levantó a cambio de una gran suma de dinero y el permiso del monarca a los sitiadores para que se dirigieran a Borgoña.
La situación finalmente se había resuelto, aunque a un alto precio para la parte francesa ya que las razzias en la Borgoña fueron terribles.
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