miércoles, 1 de octubre de 2008

Rávena, 11 de abril de 1512. La guerra se moderniza.



La formación en octubre de 1511 de la liga antifrancesa con el propósito de expulsar a los franceses de Italia dio lugar a la reanudación de las hostilidades entre la corona castellana y Francia. Los franceses, bajo el mando de Gastón de Foix, sitiaron Rávena y una fuerza de socorro castellana tomó una posición defensiva en las proximidades. Para forzarles a atacar, la artillería francesa bombardeó a los castellano, provocando finalmente una carga de la caballería hispana. Ésta fue repelida por la caballería francesa, pero los arcabuceros españoles, resguardados en un parapeto, derrotaron una ofensiva de los ballesteros franceses.



Los piqueros alemanes ( landsknechts ) al servicio de Francia tuvieron mejor fortuna, pero se vieron forzados a retirarse ante los rodeleros españoles. Por último, la caballería francesa, apoyada por su artillería, aprovechó los espacios abiertos en el sistema defensivo castellano para desbordar el flanco de los rodeleros, pero la infantería española mantuvo su cohesión y se retiró ordenadamente.

Los franceses habían ganado, gracias sobre todo a su mejor coordinación de las distintas armas que componían sus fuerzas. Las bajas en esta batalla fueron elevadas - unos 4000 hombres en el ejército francés y unos 9000 en el español -.



La batalla constituyó un importante enfrentamiento entre diferentes sistemas de armamento, que reflejan el estado de evolución del armamento en este periodo y también hasta que punto se consideraba que las diferencias "nacionales" determinaban la manera de combatir. Los suizos y alemanes eran destacados como piqueros, igualmente formidables tanto en la defensa como en el ataque, pero vulnerables a las armas de fuego y tácticamente menos flexibles que los rodeleros españoles ( u hombres de espada y rodela ). Éstos gozaban de una considerable ventaja en el combate a corta distancia, porque podían situarse bajo las picas empujándolas hacia arriba con sus escudos. Rávena también puso de manifiesto la importancia de la potencia de fuego. Las primeras dos horas de batalla se emplearon en un duelo artillero y fue el fuego de la artillería francesa el que provocó la carga de los castellanos.


Rodelero, primero por la izquierda.

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